Resiliencia y Buenos Tratos: ¿Cómo apoyar a NNA que han experimentado Trauma Complejo?

La resiliencia se nutre del apoyo mutuo, confianza y de las relaciones saludables, no brota en soledad. Favorezcamos entornos seguros para que así, nuestros NNA, puedan desarrollar y disfrutar de su máximo potencial.
Durante el último tiempo, hemos hablado sobre Trauma Complejo, sus características, manifestaciones y el profundo impacto que provoca no solo en el neurodesarrollo de nuestras infancias y adolescencias, sino también en su día a día. Estas experiencias negativas, potencialmente traumáticas, pueden alterar la percepción de sí mismos y del mundo, generando comportamientos y conductas disfuncionales en los entornos que viven.
Ahora bien, en el presente blog, abordaremos el Trauma Complejo desde otro lugar, desde la óptica de la Resiliencia. Para ello, mediante la revisión de algunas definiciones que nos parecen pertinentes, nos adentrarnos en la importancia de este concepto que pude resultar relevante en los procesos de recuperación del bienestar.
En primer lugar, ¿Qué es o qué entendemos por resiliencia? Podríamos mencionar que la resiliencia ha sido, tradicionalmente, entendida como una capacidad individual para sobreponerse a la adversidad, lo que generó durante décadas una mirada centrada en la persona como portadora exclusiva de “fuerza interna” o “carácter”. Sin embargo, esta visión ha sido ampliamente revisada y enriquecida por investigaciones contemporáneas que destacan su naturaleza relacional, contextual y dinámica, y es aquí donde nos gustaría profundizar.
En primer lugar, ¿Qué es o qué entendemos por resiliencia? Podríamos mencionar que la resiliencia ha sido, tradicionalmente, entendida como una capacidad individual para sobreponerse a la adversidad, lo que generó durante décadas una mirada centrada en la persona como portadora exclusiva de “fuerza interna” o “carácter”. Sin embargo, esta visión ha sido ampliamente revisada y enriquecida por investigaciones contemporáneas que destacan su naturaleza relacional, contextual y dinámica, y es aquí donde nos gustaría profundizar.

Según Regalado, la resiliencia es un proceso evolutivo, no un estado o evento puntual; indica que este proceso es universal y dinámico, por lo que todo ser humano puede experimentarlo, que varía con el tiempo y el contexto; señala, además, que supone expresión de fortalecimiento (no sólo adaptación y afrontamiento) y, finalmente, que tiene un origen multifactorial (factores personales, relacionales y comunitarios).
Otra definición que nos permite entender más la resiliencia refiere a que es “la capacidad de las personas, familias y comunidades de hacer frente a la adversidad, superarla y salir de ellas fortalecidos o trasformados pese a las circunstancias desfavorables (Grotberg, 1995), gracias al valor terapéutico de la afectividad y la solidaridad social (Barudy, 2000)”
Manciaux, Vanistendael, Lecomte y Cyrulnik, 2003, sostienen que “la resiliencia humana es la capacidad de una persona o de un grupo para desarrollarse bien, para seguir proyectándose en el futuro a pesar de los acontecimientos desestabilizadores de condiciones difíciles o de trauma a veces graves”.

Tras lo expuesto, podríamos decir que la resiliencia es un proceso relacional y contextual que emerge de la interacción entre una persona y su entorno, y que permite una reorganización saludable del funcionamiento emocional, cognitivo y social, frente a experiencias, potencialmente, traumáticas o altamente desorganizantes. En este sentido, no es una propiedad estática de una persona, sino un fenómeno dinámico, co-construido, que requiere condiciones ambientales mínimas de protección, apoyo emocional significativo y sentido de pertenencia.
Llevando las definiciones a la consulta inicial, ¿Qué ocurre con la resiliencia en casos de niños, niñas y adolescentes que han sufrido Trauma Complejo? ¿Cómo apoyar a quienes lo han experimentado? El desarrollo de la capacidad de resiliencia de NNA en situaciones o trayectorias de desprotección en quienes podemos advertir Trauma Complejo, nos da la posibilidad de acompañar este proceso de manera activa. Mencionamos que la resiliencia es relacional, por lo que nuestras infancias y adolescencias necesitan vínculos seguros y significativos; necesitamos la presencia de otro que sea capaz de acompañar y alentar de manera amorosa el desarrollo y permanencia de esta capacidad.
Llevando las definiciones a la consulta inicial, ¿Qué ocurre con la resiliencia en casos de niños, niñas y adolescentes que han sufrido Trauma Complejo? ¿Cómo apoyar a quienes lo han experimentado? El desarrollo de la capacidad de resiliencia de NNA en situaciones o trayectorias de desprotección en quienes podemos advertir Trauma Complejo, nos da la posibilidad de acompañar este proceso de manera activa. Mencionamos que la resiliencia es relacional, por lo que nuestras infancias y adolescencias necesitan vínculos seguros y significativos; necesitamos la presencia de otro que sea capaz de acompañar y alentar de manera amorosa el desarrollo y permanencia de esta capacidad.
El Buen Trato, los entornos seguros de los que tantas veces hemos hablado, el apoyo y experiencias reparadoras, son fundamentales para hacer sentir a nuestros NNA que tienen lo necesario para continuar, para recuperar su bienestar y fundamentalmente, para ir tomando, poco a poco, el control de sus vidas.
Es importante que recordemos que, aunque un niño, niña o adolescente haya vivido trayectorias complejas de desprotección, esto no determina la presencia o ausencia de su capacidad de resiliencia por sí misma. La resiliencia puede construirse, trabajarse y evolucionar con el tiempo; ya que es dinámica.
Entonces, ¿Cómo podemos alentar el desarrollo de la capacidad de resiliencia de nuestras infancias y adolescencias?… ¡¡Tenemos una propuesta!!
Es importante que recordemos que, aunque un niño, niña o adolescente haya vivido trayectorias complejas de desprotección, esto no determina la presencia o ausencia de su capacidad de resiliencia por sí misma. La resiliencia puede construirse, trabajarse y evolucionar con el tiempo; ya que es dinámica.
Entonces, ¿Cómo podemos alentar el desarrollo de la capacidad de resiliencia de nuestras infancias y adolescencias?… ¡¡Tenemos una propuesta!!
- Favoreciendo la presencia de al menos un vínculo afectivo seguro: Una figura adulta disponible, confiable y consistente en el tiempo, que brinde contención emocional sin exigir reciprocidad inmediata.
- Creando y ofreciendo entornos predecibles y estructurados: Espacios físicos y relacionales con rutinas claras, límites firmes pero respetuosos y una lógica de cuidado coherente, que reduzca la incertidumbre y el caos que puede estar presente.
- Ofreciendo regulación emocional co-construida: Intervenciones que ayuden al NNA a nombrar, contener y modular sus sensaciones y emociones, apoyándose en una figura adulta que modele las estrategias de autorregulación (Ventana de tolerancia – Siegel, 2012).
- Considerando canales de expresión no verbales y simbólicos: Recursos como el juego, el arte, la música o el movimiento corporal, que permiten procesar experiencias traumáticas sin reactivarlas de forma verbal directa.
- Reconocimiento y validación de su historia: Escuchar al NNA sin juzgar, nombrar lo vivido sin imponer significados ni prejuicios, permitirle integrar su experiencia de forma progresiva, simbólica y segura.
- Restauración del sentido de agencia personal: Fomentar que tenga elecciones, pequeñas decisiones y control sobre su entorno inmediato, para contrarrestar la vivencia de indefensión propia del trauma y la desprotección.
- Seamos figuras adultas reguladas emocionalmente: Profesionales y cuidadoras / cuidadores que puedan sostener el impacto del trauma sin desorganizarse, manteniendo presencia, contención y coherencia (teoría del apego).
- Facilitar el acceso a entornos protectores comunitarios: Escuela, espacios de juego, salud mental, redes barriales o religiosas que refuercen un sentido de pertenencia, cuidado y colectividad, más allá de la familia inmediata.
- Desarrollo de una mirada compasiva y no punitiva del comportamiento: Comprender que muchas conductas del NNA son respuestas adaptativas al trauma y requieren ser interpretadas desde una lógica de protección, no de castigo.
- Ofrecer esperanza y visión de futuro posible: Transmitir, a través del vínculo, la idea de que es posible vivir distinto, confiar de nuevo y reparar lo dañado, sin exigirle “ser resiliente”, sino acompañando ese proceso.
Resiliencia, el rol de los padres, madres o cuidadores principales…
Rodrigo, MJ. (2014) señala que los padres pueden desarrollar la capacidad educar y cuidar adecuadamente a sus hij@s, incluso estando bajo la presión de estrés psicosocial, ya que poseen resiliencia parental, esto implica que tienen la capacidad para adaptarse, recuperarse y mantener el bienestar de la familia a pesar de las adversidades y dificultades que puedan surgir. “Los padres pueden desarrollar una relación protectora y sensible ante las necesidades de los hijos a pesar de vivir en un entorno potenciador de comportamientos de maltrato”.
A la luz de la definición anterior y de las planteadas durante el blog, ¿Estamos en condiciones de señalar que la Resiliencia Infantil está asociada al Buen Trato y relaciones protectoras? Creemos que sí. Un trato positivo, afectuoso y consistente por parte de los padres, madres o cuidadores principales, impacta de manera, significativa, en el desarrollo de nuestros NNA, fortalece sus recursos y habilidades, destacando, particularmente, su capacidad para enfrentar desafíos, adaptarse a las adversidades y superar las dificultades de manera saludable, lo que les traerá beneficios a lo largo de toda su vida.

Considerando lo relacional y contextual en el desarrollo de la capacidad de resiliencia, como Aprender a Crecer, invitamos a nuestros lectores, a los colegas y profesionales del área a estar atentas y atentos, a responder de manera sensible a las necesidades de NNA, a reflejar de manera amorosa todos sus recursos y capacidades, para así fortalecer su desarrollo, apostando por ser tutores y tutoras de resiliencia de las infancias y adolescencias que acompañamos.
Finalmente, recordemos que, la resiliencia se nutre del apoyo mutuo, confianza y de las relaciones saludables, no brota en soledad, por tal motivo, aseguremos desde primera infancia, que nuestros NNA cuenten con un nivel de bienestar que les reporte la estabilidad y calma para un crecimiento seguro y saludable.
Finalmente, recordemos que, la resiliencia se nutre del apoyo mutuo, confianza y de las relaciones saludables, no brota en soledad, por tal motivo, aseguremos desde primera infancia, que nuestros NNA cuenten con un nivel de bienestar que les reporte la estabilidad y calma para un crecimiento seguro y saludable.
¡Un abrazo grande!
Equipo Aprender a Crecer.
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